PROYECTOS DE CONGREGACIÓN: EUROPA

Nuestra hermana Mercy Zavala fue enviada en misiòn  a la  Casa General situada en Roma, donde presta sus servicios desde el año 2007; también trabaja con migrantes.

Mercy acompaña en un centro carcelario a presos de América Latina y está colaborando en un Proyecto de Fe y Alegrìa en Roma, para que terminen el Bachillerato, como profesora de Ciencias Sociales

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Roma, 21 de junio de 2013

Mi experiencia en la comunidad Aurelia de Roma.

Quiero compartir con ustedes lo que me ha motivado, aceptar un segundo periodo 2012-2018, en la comunidad de Aurelia en Roma, para seguir viviendo el servicio como una misión plenificada en Cristo.

Cada una de nosotras nos hemos propuesto buscar, con fidelidad, maneras creativas para favorecer un ambiente acogedor, cercano y agradable, desde donde podamos vivir con gozo las exigencias del Evangelio. Este proceso nos lleva aportar y favorecer el espacio necesario para compartir la fe y la vida. Es imprescindible la apertura, el diálogo y la vida de oración, personal y comunitaria que la descubrimos, cada día, como un arte que hay que aprender, ejercitar y poner corazón y esfuerzo, de modo que he tenido que volver a empezar, volver a descubrir las riquezas culturales e historias personales de cada una, que me llevan a exigirme y vivir con realismo y humildad, mi vida consagrada. No es nada fácil salir de sí misma, escuchar, ponerse en la realidad de la hermana, ser constructora de puentes y no de zanjas, pero cuando somos conscientes que la vida comunitaria se construye con las fortalezas y debilidades humanas, entonces es posible hacer coincidir los sueños personales con los comunitarios, al calor de la fraternidad.

Quiero subrayar que un elemento clave que ha fortalecido la vida fraterna, es la oración comunitaria, que se traduce en la alegría de los que “teniendo una sola alma y un solo corazón” dan gracias al Padre con la armonía de una misma voz.

Cada momento de oración es preparada con esmero y con la convicción de que es un servicio a la fraternidad, que nos ayuda a mantener despierta la conciencia y la certeza de que no nos hemos escogido, mutuamente, para convivir, sino que es Dios quien nos ha convocado para una gran misión.

Puedo decir con alegría y sinceridad que, agradezco a Dios y la comunidad Aurelia en Roma, por esta oportunidad de experimentar, una vez más, la acción misericordiosa de Dios, traducida en las actitudes de aceptación y amor de cada una de mis hermanas de comunidad; gracias también a los hermanos SS.CC, que con su testimonio de cercanía y fraternidad, contribuyen para que nuestra comunidad viva el espíritu de familia, en actitud de conversión permanente.

Antes de concluir, quiero decir gracias a mis hermanas de la provincia del Ecuador que me acompañan con su oración, cercanía, interés y cariño en esta nueva aventura de amar y servir en la tarea confiada.

Me sigo poniendo en las manos de Dios y cuento con la oración de cada una de las hermanas de la congregación, para continuar con alegría y serenidad estos próximos años en roma.

Fraternalmente,

Mercy