Guayaquil, 23 de julio del 2012
CIRCULAR
DOLORES ELENA CABRERA QUELAL
Queridas hermanas y hermanos de la Congregación de los Sagrados Corazones, nuestra hermana Dolores Elena fue llamada a la vida eterna el lunes 23 de julio del 2012 a las 18:h00, cuando brilló para ella la luz del Señor, anunciándole su vuelo a la casa del Padre y gozar de la gloria eterna que Él ha prometido a los que le aman.
Dolores Elena Cabrera, nació el 26 de Noviembre de 1918 en Pimampiro Provincia de Imbabura, perteneció a una familia muy cristiana. Sus padres: José Cabrera y Clementina Quelal, con amor y generosidad entregaron a su hija al servicio del Señor.
Entró al Postulantado, el 11 de Febrero de 1935, en Quito-Rumipamba; empezó su Noviciado, el 24 de septiembre de 1936, en Rumipamba; hizo su Profesión Temporal, el 24 de Septiembre de 1937, en Quito-Rumipamba y el 24 de Septiembre de 1940 su Profesión Perpetua.
Desde 1940 estuvo en Cuenca, Salinas, San José de Rumipamba, SS.CC. Centro, Cotocollao, años de servicio sencillo y sobre todo de silencio y oración que la prepararon para un apostolado parroquial fructífero que inició en Guayaquil en 1964, sin dejar de prestar a la Comunidad su servicio silencioso y fraternal.
En 1976 siente la urgencia de un apostolado mas inmerso en la vida del pueblo, por lo que pide permiso de ausencia para dedicarse junto al Párroco, a la Pastoral. Terminado este permiso se acoge al permiso de exclaustración y continuar con esta misión.
En 1980 regresa a la Comunidad y es enviada a Salinas, desde allí trabaja en la Capilla de Santa Rosa, cercana a la comunidad; su apostolado se diversifica y forma: comunidades cristianas, grupos de renovación carismática, catequesis de niños y adultos, grupos juveniles, grupos de oración, ministerio de la Eucaristía y la Palabra, visita las familias “puerta a puerta”…
Su edad y salud deteriorada obliga a los superiores a cambiarla de comunidad y en el 2007 se integra a la Cdad. de Guayaquil, obediencia que significó para ella un desprendimiento de todo lo vivido durante 42 años, con gente pobre, sencilla, necesitada, en su mayoría pescadores, lo que le llevo a una fuerte depresión. Creyendo que el regreso a su antigua comunidad le permitiría vivir la alegría que tantos años vivió, sentir la presencia amorosa de las comunidades que formó, le motivó a pedir, una vez más, permiso de ausencia para vivir entre su pueblo, permiso que le fue otorgado, pero no pudo estar un año en esas condiciones, ya que su salud se resquebrajaba día a día y regresa a la Cdad. de Guayaquil.
Desde el 2010 su salud fue decayendo poco a poco a causa de dos caídas que le invalidaron y pasó mucho tiempo en silla de ruedas y en los últimos meses del 2012 se postró.
Su distintivo fue el celo por la misión, el anuncio del Evangelio que no fue solo de palabra sino sobretodo con el testimonio de su vida pobre y sencilla. Según el testimonio de la gente lo hacía con sabiduría, creatividad, gozo y humildad, dejando en el corazón de muchas personas la huella del amor misericordioso de Dios.
En la Eucaristía de sus honras fúnebres estuvieron presentes varios centenares de las Comunidades que ella fundó, y fueron ellos los que animaron la Eucaristía con los mismos cantos que ella les enseñó, las mismas oraciones que aprendieron de sus labios y sobretodo con una actitud de acción de gracias al Señor, por la “Pastora” que Dios les había regalado durante tantos años.
Estamos seguras de que nuestra hermana goza ya de la presencia salvífica, sin embargo con un sentimiento fraterno pedimos para ella las oraciones que son propias en nuestra Congregación.