Leini María Ferrín Moreira, ss.cc.

150 Años de presencia SS.CC. en el Ecuador

n este mes de junio, hemos culminado la celebración del año jubilar, conmemorando los 150 años de presencia como Congregación en nuestro país.

La providencia de Dios y la actitud abierta al Espíritu de las primeras hermanas de la Congregación, convierte al año 1862 en un momento histórico, donde el amor a Dios y a los hermanos, motiva a un grupo de hermanas de Francia, cruzar fronteras y llegar a tierras ecuatorianas.

Desde entonces cientos de hermanas ss.cc. han entregado y siguen entregando su vida a miles de personas muy concretas, que durante estos 150 años han bebido de la fuente de nuestro Carisma y Espiritualidad.

           Por esto y por muchas razones más, celebrar 150 años de historia corazonista en nuestra patria, ha sido y es una hermosa oportunidad para dar gracias a los Sagrados Corazones de Jesús y de María por su presencia llena de amor y misericordia a lo largo de tantos años.

¿Qué me deja esta celebración? Personalmente me deja una profunda gratitud y gozo por todo lo que hemos vivido en torno a esta celebración. Ha sido una hermosa y providencial oportunidad para animarnos en nuestro ser Sagrados Corazones y compartir, de manera muy creativa, nuestro Carisma y Espiritualidad. He podido experimentar cómo este hermoso carisma heredado de nuestros fundadores, ha llegado a ser conocido, valorado y acogido por miles de personas a través de las diferentes actividades que se han desarrollado en este año jubilar.

            Hemos dado un toque especial a nuestras vidas, celebrando, adorando y agradeciendo a Dios por la generosidad y audacia de nuestras hermanas, que llegan a nuestra patria para implantar y dejar huellas de un Carisma que sigue cautivando y recreando el corazón de todos los ecuatorianos.

            En las comunidades y pastorales hemos destacado el compromiso radical y evangélico de nuestras hermanas, que dejando su país e inclinando el oído al espíritu, se dejaron seducir por el fuego y la fuerza del amor a Jesucristo, única razón de su entrega incondicional y de la aventura de su viaje sin retorno.

Haber celebrado 150 años de presencia en suelo ecuatoriano, trae consigo un gran desafío “recrear el entusiasmo por nuestra propia vocación y misión como religiosas, religiosos, y laicos ss.cc. en el Ecuador”, para continuar haciendo realidad aquel sueño de Dios, que empezó en la revolución francesa, en un momento de profunda contemplación y visión del Buen padre y la Buena madre.

Como Pablo, puedo decir que llevamos este hermoso Carisma en vasijas de barro, pero desde nuestra fragilidad y la inmensa misericordia del Corazón de Jesús, estamos llamadas a seguir contemplando, viviendo, y anunciando el amor redentor de Dios, en la realidad concreta donde estamos, es decir “dando vida siempre y en todas partes”.

           Quiero terminar, con esta hermosa máxima de nuestra fundadora: “la mejor manera de ser toda de Dios, es ser toda del prójimo”, que la certeza de estas palabras acompañen y animen nuestro espíritu misionero en todo tiempo y lugar.