La ida al desierto con Jesús significa una relectura creyente de toda nuestra vida, y la relectura, Jesús la hace con la PALABRA; lo único que nos importa a nosotras también es releernos con la PALABRA, con el poder de la PALABRA, que transforma todo, como dice Isaías en el Cap. 55, que profundiza en nuestra propia persona y que hace fructificar allí donde parecía que había desierto. Es la PALABRA la que da sentido y la que responde a las grandes preguntas que Jesús tiene: ¿qué hacer frente a la incapacidad del pueblo para sobrevivir? ¿Qué hacer frente a la incapacidad de gobernar a los demás con ideologías sagradas? ¿Qué hacer frente a la impotencia en los poderes políticos? Jesús se deja iluminar, nos ilumina y nos ayuda a releer nuestra propia vida con la PALABRA. Ese es un principio de retiro, es un primer movimiento hacia el desierto; ya estando en el desierto nos damos cuenta que lo demás, pues como dice Mc. 7, 14, 21, y Mt. que nos insiste, “nada de lo que entra por la boca es impuro, sino lo que sale de corazón humano”, y en el corazón humano ¿qué habrá en lo profundo? eso es lo que vamos a descubrir en el retiro. En el corazón humano hay de todo y eso tenemos que descubrir hoy, allí está la miseria, el texto es muy duro, dice: “del corazón proceden pensamientos malos, adulterios, fornicaciones, hurtos, homicidios, codicia, fraude, impureza, envidia, blasfemia, altivez, insensatez, todas esas maldades del hombre proceden y manchan al hombre”, pero hay también la semilla de Dios.
Encontrarse con el Padre.- Somos imagen de Dios, esa es nuestra tarea descubrir que es lo que hay en lo más profundo de nuestro ser. Estar en el desierto es reconocer la actualidad de Dios en nuestra vida, no podemos vivir de historias pasadas, pero es importante encausar la experiencia que vamos viviendo, es una gracia de Dios; el tiempo pasa, porque va procesando nuestra vida en Dios y Dios en nuestra vida y tenemos que hoy reconocerlo. Tenemos que aprender a disfrutar de las crisis, es la única oportunidad de descubrir algo nuevo, por eso las crisis son incómodas, porque toda crisis mira más allá de sí misma, quizá también hoy, sea la oportunidad para un relax.
Recordemos a Elías cuando estaba esperando a que Dios pasara, y lo esperaba con todo el cariño , pero no lo encontró, ni en el huracán, ni en la tormenta, lo encontró en una brisa suave, porque para encontrar a Dios, para descubrirlo, se lo encuentra en el silencio.