En este sentido, sería muy interesante, cuestionarnos sobre el horizonte que nos estamos planteando, sabemos que debemos ser profetas, ¿qué significa eso? Hay dos elementos importantes que ustedes han recogido esta mañana, primero el amor que no solo consiste en dar la vida, sino es dar la vida para que los demás tengan vida; Jesús da la vida, para que todos tengan vida. Nosotras necesitamos ser profetas del amor, dar vida, para que otros tengan vida, a cualquier precio; este es el sentido del que ha sido capaz de ir del desierto al monte Tabor, porque allí ha descubierto que es lo que Dios quiere para sí y para el mundo, no estamos solamente para responder al mundo, para responder al mundo hay muchos, los políticos son los que tienen que responder a los desafíos del mundo, nosotros estamos para descubrir y responder a la gente cuál es la respuesta de Dios. Si somos profetas, ya estamos viviendo en nosotros mismos la respuesta que Dios da al mundo, en esto podemos decir que Jesús es el testimonio de la verdad, es importante saber asumir el rol del monte Tabor, están ahí Moisés y Elías, nosotros hemos sido llamados para ser profetas, sacerdotes y reyes, en este sentido es muy bonita la expresión que tiene Aparecida en el Nº 29: “Los cristianos somos portadores de buenas noticias para la humanidad y no ser profetas de desventuras”, porque la historia de la humanidad, a la que Dios nunca abandona, transcurre bajo su mirada compasiva; Dios ha amado tanto a nuestro mundo, porque es maravilloso, aunque hayan cosas horribles. “Dios ha amado tanto al mundo que nos ha dado a su propio Hijo”, Él es la Buena Noticia para los pobres y pecadores, por eso, nosotros como discípulos de Cristo, creemos y debemos proclamar el Evangelio que es Cristo mismo, anunciar a todos los pueblos que Dios nos ama, que su presencia no es una amenaza para el hombre, que está cerca con el poder renovador y salvador de su Reino. Por eso si vamos al desierto y al Tabor, llegaremos a ser profetas de la vida y la esperanza. Tenemos que ser nosotros mismos, la PALABRA inconfundible, para que la gente descubra que Dios nos ama.
Aprendamos a ser luz sin ser estrella, es lo que Jesús enseñó a Pedro, a vivir una espiritualidad desde abajo. Fil 2, 6-11. Ciertamente, Jesús nos enseña a vivir la terrenalidad, tampoco es una idea de Jesucristo, es la idea de Isaías 53, cuando habla del siervo de Yahvé. Jesucristo inventó pocas cosas, solamente su propia entrega, el vivió esa originalidad. Nuestro esfuerzo tendría que se hoy vivir la espiritualidad desde abajo, una espiritualidad desde el encuentro, el repliegue nos aleja de uno mismo, de los demás, de Dios, ¿por qué nos replegamos?, porque cada encuentro es un conflicto, pero cada encuentro es también una oportunidad de amor.